viernes, 28 de octubre de 2011

Sálvese quien pueda.



El miedo de cualquier persona al enterarse de algo que no sabía es el miedo a saber todo lo que no sabe, el miedo a descubrir cuánto mide su propia ignorancia. Ir en dirección contraria, no seguir la flecha adecuada. Nuestra excusa tras equivocarnos antes era no haber seguido los consejos de la persona apropiada. Ahora ya ni siquiera sabemos cuándo nos equivocamos. ¿Seguir tus propios consejos?
Cruzar un paso de peatones que está a punto de ponerse en rojo, querer convertirse en coche justo en ese momento. Quién quiere ser peatón en la ciudad del humo, donde ya no se ve por dónde se pasa, donde la vida se difumina en alarmas, bocinas de coches, sirenas de ambulancia. Donde la prisa pasó a someter a las ideas y a la pausa... Ahora solo se venden en farmacias. 
Vivir en el piso más alto para estar más lejos de pisar el suelo, para poder saber que existe aún un horizonte, aunque no lo vemos; pájaros que vuelan y que tienen alas, nubes que lloran cuando nadie las mira, niños que ya no tienen a quién enseñarle sus canciones, ancianos que pierden la cabeza al ver cómo todo se derrumbó…
Se han tomado medidas de precaución para controlar el nacimiento de nuevos colores, se han encerrado a las mentes en jaulas y su alpiste es el somnífero, se han escrito los manuales de la música, de la pintura, del teatro,… del arte. La estética ya tiene protocolo, los sentimientos más verdaderos se encierran en manicomios y aquel pobre pensamiento que aprende a andar solo es marginado por todos.
¿Quiénes son los héroes de este caos que nadie ve, quiénes son los encargados de rescatarnos del laberinto que nos han construido? ¿Quiénes tienen la escalera infinita al planeta desde el cual se puede ver todo esto, quién nos va a quitar la venda cuando  todos estemos ciegos? Quién nos dirá que todo es mentira cuando todos estemos engañados…
Quién se encarga de repoblar todas las especies de preguntas que están en extinción… Quién se encarga de recordarnos que aún existen los sueños y que los juegos no fueron inventados para evadirnos de lo que no soportamos sino para tan solo jugar.

Jugar.

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