viernes, 30 de marzo de 2012

Mi África y mi península

Si te veo me salta el corazón
sobrecogido
como si se despertara de su latido.
En tu cuerpo mi exilio
en tu sexo mi libertad
en tus ojos mi galaxia.
Tu piel mi patria
tu boca mi miel
tus manos mi cuerpo.
Eres adónde voy y de dónde vengo
con quién estoy y a quién espero.
Soy pisadas de elefante
y nervios de golondrina.
Eres mi África y mi península.

sábado, 17 de marzo de 2012

Por qué suenan trompetas, si yo quiero una gaita.

No entiendo por qué los nervios me recorren por dentro, como quien sale al escenario, como quien espera el disparo de salida. Por qué me siento pisar territorio ajeno cuando es el mío. Por qué distingo aún las huellas en el asfalto, el olor sin oxígeno, el sonido de las trompetas en la tarde. Oigo pero no escucho las palabras que me llegan, salgo y entro de ellas, pues temo el acecho de las pisadas quietas en cuatro ruedas. Mi reflejo decide habitar un espejo distinto y mis ojos recorrer caminos en los que estuvieron perdidos. Me vuelvo loca, me echo las manos a la cabeza, respiro algo tóxico que despierta mis entrañas, oigo un agudo constante que me rompe los tímpanos, una señal que me llega hasta dentro y se me mete en el espíritu. 

Espíritus, en esta casa de vivos. Exorcismo. Socorro, auxilio. 




lunes, 12 de marzo de 2012

Vorágine

Jamás los días tuvieron tantas horas. En cada segundo pasa un día de colegio. Entro, salgo, corro, vuelvo. Vuelo.  Llego a casa con el olor a tiza metido en el cuerpo. Doy con mil nombres desconocidos, con mil llamadas de teléfono, con mil ojos nuevos. Cruzarme en la calle con personas a las que he hablado y ninguna de las dos saberlo. Pasar por debajo del puente repasando lo que he aprendido, imaginando lo que voy a aprender. Volar de una etapa a otra, que el Sol se cuele en el autobús del Ecuador, que me acompañe en mi balanceo. Aparecen dinosaurios en las clases; y daltónicos, y astigmáticos, y docentes grafiteras con tatuajes de pisadas de gato. He descubierto algo que no estaba previsto, mas no han visto de mí lo que yo quiero mostrar. Tengo un dilema moral.
Los refugios de la calma vienen en pequeñas dosis, el fin de semana en trufas de chocolate.

No tengo tiempo para buscarme
ni para encontrarme.
Pero sé que estoy donde, como, y con quien quiero estar.