lunes, 30 de julio de 2012

Por ellos

Puedo confesar que ya no recordaba su nombre, ni la manera en que llevaba el pelo, ni cuál era su estatura, ni su olor, ni su forma de andar. Pero sí esos ojos. Cómo olvidar aquellos ojos, que hoy me miraban por duplicado. Y no lo hacían como siempre habían hecho: sonriéndome a lo lejos, con curiosidad, mientras yo huía con las mejillas sonrosadas. Hoy proyectaban en mí su último suspiro de esperanza. Y esta vez yo no escapé. De repente habíamos crecido -o yo, al menos- mucho más del tiempo que realmente había pasado. Y me encontré detrás del telón, sosteniéndole la mirada y diciéndole con la mía: te lo prometo. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario