domingo, 29 de abril de 2012

Reflejo de una historia

Estoy jubilado aunque no quiero estarlo. Tengo ilusión por la vida y –aún a mis 65- ganas de cambiar el mundo. Confío en que se puede hacer y es más: tengo un plan para para ello.

Creo que falta magia en el mundo y nosotros, los maestros, tenemos un poder privilegiado. Me duele pensar que la vida está dividida en edades, detesto la expresión “es cosa de niños” y la gente que se ha hecho mayor de espíritu. Pero ya me he cansado de gritarlo, ahora lo llevo por dentro. Me siento incomprendido, frustrado, desencantado. Y mi única esperanza o vía de escape está en los niños: ellos aún tienen esa ilusión y todavía se les puede decir que la magia existe sin que frunzan el ceño. A pesar de todo sigo vivo por dentro  y me juré a mí mismo que sería feliz y que mis inquietudes morirían el mismo día que yo lo hiciera. 

 Su mujer se enamoró de su espíritu incansable, de sus inquietudes, de su “todo es posible” y, ante todo, del Peter Pan que llevaba dentro. Se enamoró de la ruptura que hizo con todos los esquemas que ella tenía en la cabeza y que siempre la hicieron menos libre. Él le dio las alas y le hizo ver que la vida era un cielo en el que tenía la oportunidad de volar. Después de tantos años, ella lo ama como aquel 28 de febrero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario