La mimosa pudica es una planta delicada, conocida por su sensibilidad al contacto. Sus hojas se despliegan con gracia durante el día, pero se pliegan sobre sí mismas al menor roce. Este movimiento, rápido y casi teatral, no es un gesto frágil, sino un sofisticado mecanismo de defensa frente a posibles amenazas.
Florece en pequeñas inflorescencias esféricas de color rosado o violáceo, que parecen diminutos pompones suspendidos sobre tallos finos y ligeramente espinosos. La mimosa percibe estímulos como el tacto, la vibración o los cambios de luz, y reacciona cerrando sus hojas para protegerse y conservar energía.
Es perenne en climas tropicales y cálidos, donde puede vivir varios años. Sin embargo, en regiones templadas o frías suele comportarse como planta anual, ya que no tolera las heladas y pierde su parte aérea con el frío. No es una planta caduca en el sentido clásico, sino sensible a las condiciones ambientales: su apariencia y duración dependen profundamente del entorno en el que crece.
Mimosa procede del latín mimosus, derivado a su vez del griego mîmos (μίμος), que significa “imitador”, “actor” o “el que reproduce gestos”. En la Grecia clásica, el mîmos era quien expresaba emociones y situaciones a través del cuerpo y el movimiento.La mimosa. Qué contenta está cuando empieza a salir el sol: abre sus hojas y parece querer dar un abrazo, pero si se lo reclamas, se cierra. Se retrae, se hace un ovillo, mira hacia otro lado, se finge muerta. No fue por cariñosa su nombre.
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