Como quien no quiere ser visto
a penas me he asomado
a nosotros.
A penas he tocado
con la punta de los dedos
nuestra esfera de cristal.
Y ha comenzado
a temblar el suelo
de repente
se ha hecho el silencio.
Como si mi intrusión
hubiese despertado
a quien la custodia
como si le hubiese
robado al destino
su secreto más preciado.
Y yo, presa del miedo
ancora una volta
me destierro
a la cruz de los que no pueden
olvidar lo que ya saben.
Cómo puedo echar de menos
lo que nunca he tenido.
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