viernes, 6 de octubre de 2017



Nací en un barrio donde el lujo fue un albur 
por eso tengo el corazón mirando al sur. 
Mi viejo fue una abeja en la colmena 
las manos limpias, el alma buena. 
Y en esa infancia, la templanza me forjó,
después la vida mil caminos me tendió 
y supe del magnate y del tahúr
por eso tengo el corazón mirando al sur. 

Mi barrio fue una planta de jazmín
la sombra de mi madre en el jardín
la dulce siesta de las cosas más sencillas 
y la paz en la gramilla tumbada al sol. 
Mi barrio son mi gente que no está, 
las cosas que ya nunca volverán.
Si desde el día en que me fui 
con la emoción y con la cruz, 
Yo sé que tengo el corazón mirando al sur.

La geografía de mi barrio llevo en mí, 
será por eso que del todo no me fui. 
La esquina, el callejón, el piberío
lo reconozco, son algo mío. 
Ahora sé que la distancia no es real 
y me descubro en este punto cardinal, 
volviendo a la niñez desde la luz 
teniendo siempre el corazón mirando al sur.





Creo que nadie puede llegar a amar su tierra tanto como el que ha vivido lejos de ella.





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