Hoy he salido de casa
y me he dicho: no mires arriba. Has
llegado al fin, nimbo. Nimbo, te sabía tan lejos y ahora estás tan cerca… No sé
si salir a correr antes de que te precipites, rendirme en mitad de una plaza a fundirme con
los charcos o esconderme bajo un techo absurdo que no me protegería de saberte.
Nimbo, has venido a quedarte, ¿verdad? A traerme el sabor de las antípodas, a levantarme
las ciudades dormidas, a confundir de estación mis golondrinas. Cuéntame cómo
has hecho para despertar al insomne, cómo has resucitado al vivo, Nimbo, ¿cómo
me has recordado lo que jamás se me olvidó?
Si de veras has venido a mojarme, Nimbo, dime, ¿me sumergirás hasta el mar? Hasta que logre respirar en el agua como un
pez. Dime, ¿veremos las criaturas de la oscuridad? Los continentes perdidos, los
animales sin nombre, la tierra más profunda, la verdad.
Nimbo, espera. Aún no tengo el barco listo, no puedo zarpar contigo. Me
falta la tripulación.