viernes, 17 de enero de 2014

No me cales todavía

Hoy he salido de casa y me he dicho: no mires arriba. Has llegado al fin, nimbo. Nimbo, te sabía tan lejos y ahora estás tan cerca… No sé si salir a correr antes de que te precipites,  rendirme en mitad de una plaza a fundirme con los charcos o esconderme bajo un techo absurdo que no me protegería de saberte. Nimbo, has venido a quedarte, ¿verdad? A traerme el sabor de las antípodas, a levantarme las ciudades dormidas, a confundir de estación mis golondrinas. Cuéntame cómo has hecho para despertar al insomne, cómo has resucitado al vivo, Nimbo, ¿cómo me has recordado lo que jamás se me olvidó? 

Si de veras has venido a mojarme, Nimbo, dime, ¿me sumergirás hasta el mar?  Hasta que logre respirar en el agua como un pez. Dime, ¿veremos las criaturas de la oscuridad? Los continentes perdidos, los animales sin nombre, la tierra más profunda, la verdad.


Nimbo, espera. Aún no tengo el barco listo, no puedo zarpar contigo. Me falta la tripulación.


martes, 14 de enero de 2014

Yo, Ana




Si alguna vez
lo inmanente
dejara de serlo
y en una de mis carreras
se me extraviase
el miedo,
¿qué sentido tendría
continuar?
Mi miedo es mío.
Inherente.
Aguijón. 
No es más que
la conciencia de que
existe el lugar equivocado,
la certeza de
poderme tropezar.
No merece la pena
un vuelo
sin vértigo.
Mi miedo es mío.
Inherente
Aguijón.
El hambre
la sed
las ganas
el despertador.
Este es mi miedo,
mío
y de nadie más.