jueves, 28 de febrero de 2013

domingo, 24 de febrero de 2013

Después del último




Cuando no queda más
que el último trago

estás tú

-pequeño
minúsculo
insignificante-

en el fondo del vaso. 

viernes, 15 de febrero de 2013

Qué pasará mañana










Verte saltar me ha recordado que yo también lo hacía. Mañana siempre saltaba.
¿No te da la sensación de que esta casa da la espalda al mundo? Como si estuviera castigada, de cara a la pared. Pero aunque tenga que rodearla para volver al planeta en el que vivo, prefiero pensar que casi tiene vistas al mar. Si no fuese por el edificio de enfrente, ese que parece haber echado a las botas de casa y ahora pasan frío en la ventana. Y por unos cuantos kilómetros. Unos cuatrocientos ochenta, aproximadamente. Ochenta es una buena edad para morir. Ochenta es el número que uso para convertir en gigantes las cosas. Dicen que los andaluces tenemos ese afán, que vivimos en casas blancas y que por guantes usamos castañuelas. Es mentira. Si usase guantes, aunque fuesen hechos de madera, ahora no tendría las manos cortadas. Cortadas como cuando Luis se frota las manos encogido de hombros o Mar se rasca la nuca sin que le pique. A penas me acuerdo de aquello. Pero hoy te dejaste el olor por aquí; ese de color azul con mezcla de cigarrillos. Por qué tiene que estar tan repetido. ¿Lo esparciste como esporas hasta por aquellos lugares en los que nunca estuviste? Es molesto a veces. No, siempre es molesto. Porque entonces frena en seco la vida y yo salgo despedida del instante sin quererlo. ¿Y arreglarás tú eso? Porque tú nunca tiras nada cuando se rompe. Yo tampoco si tengo una aguja, hilo y algo de pena. Pero toda pena tiene remedio, excepto la de muerte. Ochenta es una buena edad para morir.
¿Qué? ¿Que con quién hablo?  ¿Es que estaba escuchando? Esto es vergonzoso… y usted un desvergonzado. Yo jamás entro en la cocina cuando la abuela se susurra a sí misma. Y si no hay más remedio piso más fuerte, haciendo ruido al andar. No, no es que ahora vaya descalza. Hace mucho que no se me oye porque hace meses que no me levanto.
Pero me he comprado unas botas nuevas. Y suenan. 
Esto se ha terminado.