domingo, 29 de abril de 2012

Reflejo de una historia

Estoy jubilado aunque no quiero estarlo. Tengo ilusión por la vida y –aún a mis 65- ganas de cambiar el mundo. Confío en que se puede hacer y es más: tengo un plan para para ello.

Creo que falta magia en el mundo y nosotros, los maestros, tenemos un poder privilegiado. Me duele pensar que la vida está dividida en edades, detesto la expresión “es cosa de niños” y la gente que se ha hecho mayor de espíritu. Pero ya me he cansado de gritarlo, ahora lo llevo por dentro. Me siento incomprendido, frustrado, desencantado. Y mi única esperanza o vía de escape está en los niños: ellos aún tienen esa ilusión y todavía se les puede decir que la magia existe sin que frunzan el ceño. A pesar de todo sigo vivo por dentro  y me juré a mí mismo que sería feliz y que mis inquietudes morirían el mismo día que yo lo hiciera. 

 Su mujer se enamoró de su espíritu incansable, de sus inquietudes, de su “todo es posible” y, ante todo, del Peter Pan que llevaba dentro. Se enamoró de la ruptura que hizo con todos los esquemas que ella tenía en la cabeza y que siempre la hicieron menos libre. Él le dio las alas y le hizo ver que la vida era un cielo en el que tenía la oportunidad de volar. Después de tantos años, ella lo ama como aquel 28 de febrero.

lunes, 16 de abril de 2012

Tengo un pasado

Tengo un pasado que no quiere morir
que se empeña en existir.
Tengo un pasado que quiere ser presente
que no quiere ser pasado. 
Tengo un pasado mudo 
que sigue gritando.
Se cree vivo
y no es más que un muñeco de trapo.
Ya no aparece en mis sueños
salvo en pesadillas.
Ya no caigo en su recuerdo
salvo cuando entristezco.
Ya no pienso en él
sino cuando tengo miedo.
Tengo un pasado que no quiere ver
que ya no le hago caso.
Tengo en la memoria una serie de recuerdos
a los que no dejan dormir.
Y ellos piden paz,
que los dejen descansar en paz.

sábado, 7 de abril de 2012

No lo era, no lo somos



Detrás de los setos, con un catalejo. Me pongo en el sentido contrario al que sopla el viento, para que no delate mi olor, y le pido a hurtadillas que le dé de mi parte un empujón. Que ese pájaro levante el vuelo, que se sepa ya cisne el patito feo. Cisne.
Yo no puedo más que ser furtiva en este asunto y jugar a entreverme sin detenerme. Yo no puedo más que desear que pase el tiempo tan rápido como le sea posible y nos haga saltar de estación en estación. Y así despierte al olvido y con un cuento de hadas haga dormir la evocación.

Quizás el problema está en que aún no hemos asumido que ya no somos niños.